En las altas mesetas de Bolivia, los hombres de Tiawanaku tallaron la piedra y labraron los metales para encontrarse con los cuerpos. Surgió así una delicada orfebrería cuya sapiencia se fue transmitiendo con el correr de los siglos.
Nuestros orfebres encuentran en sus más remotos orígenes, los códigos de un arte que se forja entre el misticismo y la pasión: cielo y tierra que intentan expresarse en las tonalidades y las formas del oro.
En JOYERÍA CARRASCO, hemos utilizado el amor que brota de sus manos para crear estas joyas que son una forma de intentar la eternidad.